Opinión Portada 

El comentario de hoy, jueves 15 de agosto 2024

La historia de protestas y rechazo de los oaxaqueños a obras de impacto social, rehabilitación o embellecimiento que lleva a cabo el gobierno no es nada nuevo. Por mencionar sólo algunas. Hay que recordar el fracasado proyecto del Libramiento de San Felipe del Agua, en el gobierno de Heladio Ramírez. La protesta de grupos llamados a sí mismos de “intelectuales” y ambientalistas, hizo naufragar una obra, cuyo destino fue quedar en el olvido. Millones de pesos se fueron a la basura.

En el régimen de Ulises Ruiz, poco faltó para que la protesta de los mismos grupos -con otro ropaje- hiciera fracasar la obra del adoquinado del Centro Histórico y los cuatro carriles en el Cerro de El Fortín. El movimiento político y social de 2006, encabezado por la Sección 22 del SNTE y la tristemente célebre Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca -APPO- hizo su propia labor de zapa. Sin embargo, los trabajos se concluyeron.

Hubo otras obras a la que se les puso el pie, como fue la construcción de los paradores turísticos, como el de Yanhuitlán, entre otros. La administración de Gabino Cué no se salvó de los dimes y diretes en la obra pública. La que más ruido tuvo fue el puente y desnivel de “Cinco Señores”. No obstante, fue concluida. No ocurrió lo mismo con el Centro de Convenciones que se pretendía construir cerca del Auditorio Guelaguetza.

Hubo quienes hicieron circo, maroma y teatro para hacer abortar el proyecto. Así, de no haber tenido que sortear por varios meses, las presiones de grupos de ambientalistas o pseudo ambientalistas, tal vez las obras de “Símbolos Patrios”, en el gobierno de Alejandro Murat, hubieran tenido mejor suerte. Es decir, con razón o sin ella, siempre habrá oposición cuando los gobiernos en sus tres órdenes emprenden acciones en obra pública.

Hoy mismo tenemos el caso de la remodelación de la Alameda de León, que lleva a cabo el gobierno municipal de Oaxaca de Juárez. ¿Qué es innecesaria? Es posible. ¿Qué existen rubros más urgentes qué atender que emprender obras de embellecimiento, cuando la capital asemeja un paraje lunar con tantos baches y deterioro? También es cierto, como lo es que la capital ha estado en un estado de permanente abandono.

Lo que se pone en tela de juicio es que, no siempre la protesta es genuina. Siempre habrá detrás intereses políticos o económicos. Unos buscarán los reflectores para balconearse y negociar en lo oscurito, mientras otros estarán en contra no porque sean legítimos portavoces de la inconformidad social, sino porque asumen afectados sus particulares intereses. (JPA)

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